El Dilema Social
Un documental en Netflix sobre la manipulación y cosificación de los usuarios por sus redes sociales
Podemos empezar este artículo con una aclaración: una red social puede ser perfectamente una reunión de amigos, una comida en casa o participar en un equipo deportivo. A efectos de la penetración de las tecnologías sociodigitales, que son de facto parte de nuestras vidas, hemos olvidado ponerle al final el adjetivo digitales. Ese es su nombre genérico, redes sociales digitales.
Por recomendación de una buena amiga, me senté una noche a ver este docudrama, recién estrenado. Esa fue la primera vez. La segunda vez consistió en observar, analizar y sintetizar. Luego, a concluir.
¿A causa de qué varios genios que prácticamente fundaron esta nueva forma de “marketing cerebral”, en algunos de los gigantes de Silicon Valley, conspirarían para participar en un documental que desprestigiara a esas mismas empresas en las que ya habían ganado millones y de las que luego se fueran? Este no era otro documental. Estos eran los expertos que participaron en su diseño, a tal punto que Facebook(1) tuvo que publicar un documento de refutación con siete puntos.
De Frases Cliché a “Miembros del Club”
Cualquiera que esté familiarizado con los modales de Silicon Valley, entiende que hay cuestiones que simplemente se deben decir. Por ejemplo, en un evento como TechCrunch Disrupt, los ansiosos emprendedores tecnológicos ponen su mejor cara y la mejor demostración técnica posible de su servicio o producto, para llamar la atención de potenciales inversores, quienes les cuestionan en público. Una de las frases clichés con la que los emprendedores suele empezar sus intervenciones es “We want to make the world a better place…” (Nosotros queremos hacer del mundo un lugar mejor).
Indudablemente, tienen un deseo sincero.
Otra de las reglas no escritas para quienes, ya sea desde dentro o desde fuera de Silicon Valley, deseen aventurarse a establecerse y lograr multimillonarias inversiones, es colocar a un “Miembro del Club” en la junta directiva. No, nada de ‘Illuminati’ por aquí. Los “Miembros del Club” son simplemente graduados o doctorandos de la Universidad de Stanford. No es ninguna mala idea pues en esta universidad privada no se accede sólo teniendo dinero. Es una condición sine qua non. Eso se aprende en las rondas de inversión.
En esas rondas de inversión también se aprende a cómo poner en la diana a grupos de inversores y accionistas… por parte de otros grupos de inversores y accionistas. Y es que la opinión pública puede ser un arma muy efectiva. ‘El Dilema Social’ está producido por Netflix, que — irónicamente — utiliza la mismas técnicas de extracción de la atención que el docudrama critica.
Por tanto, no es ninguna coincidencia que Jeff Orlowski (director del documental), Jeff Seibert (Ex-Director Senior de Producto en Twitter) y Tristan Harris (Ex- Especialista de Ética de la Persuasión Humana en Google), se conocieran como alumnos en Stanford; de hecho, Jeff Seibert es uno de los inversores(2) de Jeff Orlowski, como se puede ver en su propio sitio web.
Indudablemente, tenían un deseo sincero. ¿Para qué iba a continuar Jeff con sus documentales atacando a la industria de los hidrocarburos si podía contar con los ‘insiders’ para fijarse en uno mucho más lucrativo como Silicon Valley?
El Problema de ‘El Dilema Social’ en Netflix
Enseguida notaremos que somos tan importantes para los algoritmos como los animales lo son actualmente para nosotros.
Niall Ferguson (La Plaza y La Torre: El Papel Oculto de las Redes en la Historia)
Os habréis dado cuenta, quienes hayáis visto el documental, que utilizo la traducción exacta de su título. Éste se promociona como ‘El Dilema de las Redes’ en Netflix España lo cual no es lo mismo porque estrecha el cerco. Llamarle ‘Social’ en el título original en un astuto juego de palabras, y es también como debe ser.
En adelante, evitemos poner etiquetas. La mayoría de personas piensan que si uno está o no de acuerdo con algo, es porque uno apoya lo otro. No es así. El docudrama — ya que trae también actuación propia de programas adolescentes en Disney — pretende presentarse con argumentos incontestables sólo por haber entrevistado a muchos de los precursores del Growth Hacking (3).
Para ofrecer más claridad, aquí explicaremos algunos de estos anglicismos y neologismos. ‘ Growth Hacking’ es el nombre genérico de una serie de técnicas de procesos y programación para atraer, fidelizar y aumentar exponencialmente el número de usuarios de un sitio web. En suma, la manera en la que la ciencia de redes, la programación y la psicología social se fusionan.
Este autor, como alguien que ha trabajado en y con empresas tecnológicas de Silicon Valley, y que ha comentado, escrito y sido entrevistado sobre las redes sociales digitales, opina que el docudrama ‘El Dilema Social’ no soluciona nada y tampoco aporta nada original. Vuelve a traer a la palestra una serie de desafíos conocidos y obvios, aunque con la excepción de que culpa directamente a los gigantes tecnológicos. He aquí uno de los problemas generacionales.
Echar la culpa de nuestros problemas a estas empresas es de plano un argumento infantil, y eso nos indica a qué público va dirigido este docudrama. Es muy fácil convertir un docudrama en un fenómeno de masas si al público no se le indica que es más difícil ser responsable por uno mismo, y sobre el supremo valor de la autodisciplina. ‘El Dilema Social’ desperdició una gran oportunidad, y en cambio se han promocionado à la Michael Moore.
Quienes tienen más edad, ¿recuerdan cuando se decía que los periódicos serían un perjuicio para la sociedad? ¿Recuerdan cuando a la televisión se le llamaba ‘instrumento de Satanás’? Se decía lo mismo, que pasaríamos todo el día leyendo periódicos o viendo la televisión sin tener comunicación con otros seres humanos. Pues ya vemos que eso no sucedió, ¿o acaso este autor se ha perdido algo?
‘El Dilema Social’ desperdició una gran oportunidad, y en cambio se han promocionado à la Michael Moore.
¿Y de los libros? ¿A cuántos seres humanos cristianos se les dijo que no leyeran La Biblia porque podrían morir? Hasta eso. Los libros, los periódicos y la televisión transformaron informáticamente a la Humanidad, y sólo provocaron los apocalipsis de ideologías añejas.
Ahora bien, es cierto que las redes sociales digitales — todo hay que decirlo — alcanzaron la adopción en masa sin haber llegado a una madurez. Estas tecnologías de la interacción humana y memética (4) se han desarrollado en paralelo y en perpendicular, y estas empresas han aprendido y siguen aprendiendo a ofrecer de lo que viven: sus anunciantes. Todavía les queda mucho por aprender.
Durante el docudrama, hay varias intervenciones de Shoshana Zuboff, una profesora emérita de la Universidad de Harvard, que llegó a a declarar sobre las redes sociales digitales — dejando a este autor con un verdadero gesto de sorpresa y decepción — que “ Igual que hay mercados que negocian con cerdo o petróleo ahora tenemos mercados que negocian con futuribles humanos a gran escala “.
En los subtítulos en español aparece la palabra futures como futuros, lo cual no es del todo correcto. La traducción podría ser futuribles, que son básicamente acuerdos mediante contrato para vender o comprar bienes en una fecha futura. ¿A eso se refería la emérita profesora de Harvard? Quizá sea un juego de palabras o que simplemente no lo sepa. Sobre este libro, teniendo que leerlo próximamente, podremos pronunciarnos la respecto. Es lamentable, por otra parte, que no consideraran entrevistar a Sherry Turkle.
La pregunta inteligente a hacerse no es si las redes sociales digitales son adictivas, sino si el mal uso de éstas puede generar adicción. La respuesta es sí, y tiene mucho más riesgo por su ubicuidad, al llevarlas en nuestros teléfonos móviles.
Otra pregunta inteligente sobre el contenido de ‘El Dilema Social’ es el fenómeno del cyberbullying (ciberacoso) (5). ¿Cómo es posible que no se le mencione ni una sola vez en todo el documental? En todo caso, ¿anunciaría usted sus servicios o productos en una red social digital que permite escenas de acoso?
Por tanto, lo que ha sucedido con la atención excesiva de personas a sus pantallas, puede parecer una conspiración para quienes no pueden hacer frente — o desconocen — su grado de libertad y por tanto, de responsabilidad hacia ellos mismos. Quien recuerde aquel episodio de la ya mítica serie Black Mirror, llamado Caída en Picado, podrá darse cuenta que al fin y al cabo nada puede prohibirnos el contacto directo con otros seres humanos si lo deseamos.
Cómo ser un verdadero ‘antisistema’
La extracción de la atención — al cual nos hemos referido antes — se encuadra dentro del concepto renovado de Economía de la Atención. Éste se basa en la fusión de la teoría económica y la gestión de la información a través de la innovación. Tampoco es nada nuevo, como nos lo muestran con bombos y platillos en ‘El Dilema Social’. Para vender o comprar, es decir, para ejercer esa ley de la naturaleza que consiste en la oferta y la demanda, se requiere atraer nuestra atención. ¿Quién decide qué productos y servicios debe uno consumir? Pues eso, uno.
De acuerdo con el informe del tercer trimestre del año 2019 del Instituto Nacional de Estadística (España), la mayoría de los internautas de los tres últimos meses (el 95,6%) habían utilizado algún tipo de dispositivo móvil para acceder a internet fuera de la vivienda habitual o desde el lugar de trabajo. El 95,0% desde el teléfono móvil, el 31,9% desde una computadora (6) portátil y un 23,9% desde una tablet.
¿Quiere saber cómo ser un verdadero ‘antisistema’? Aquí exponemos una serie de medidas para disciplinarse en el uso de las redes sociales digitales, especialmente desde el teléfono móvil (celular):
- Apague todas las notificaciones “push”: Varios de los entrevistados del docudrama mencionaron este punto.Esto se hace en la mayoría de los casos desde Ajustes/Aplicaciones en su teléfono móvil.
- Tenga su pantalla en blanco y negro: Los colores están diseñados para llamar la atención. Puede también poner la pantalla en modo nocturno.
- No preste atención a las recomendaciones de contenido (newsfeed) de su red social: Por ejemplo, cuando Twitter le ofrece hashtags, Instagram los influencers o cuando YouTube le ofrece nuevos vídeos. Digite usted mismo qué información desea o a quién contactar.
- Tómese su tiempo en leer las condiciones de uso y ver un tutorial de su red social: Esto es, aprender a customizar el uso de la aplicación. Es cierto que las empresas suelen ofrecer páginas interminables de condiciones al respecto y que eso hay que solucionarlo; por parte del usuario, 9 de cada 10 internautas reconoce que acepta sin leer las condiciones generales de los servicios en internet, según los datos de una encuesta realizada por OCU.
- Quitar el Botón ‘Me Gusta’: En la gran mayoría de casos, tómese el tiempo de contactar con el Soporte Técnico para que le digan qué hacer. Hágalo, eso queda registrado en sus métricas.O simplemente no lo pulse (sí, lo entiendo).
- Borrar las cookies en su navegador cada vez que termine una sesión: Se pueden borrar las cookies (7) en cualquier dispositivo, ya sea móvil o no.
- Antes de los 16 años de edad, regale un dumb phone: Esto dependerá del carácter de los padres de familia, ya que un ‘teléfono tonto’ es un móvil que sólo sirve para hacer o recibir llamadas. Sí, como aquellos que usábamos a principios de los años 90. También es una manera de desconectar pero siguiendo al alcance de cualquier eventualidad.
- Programar los dispositivos con una hora de apagado y encendido: Un ejemplo en los teléfonos móviles es que se puede automatizar fácilmente entre las 23:00 y las 06:00
- Instalar aplicación móvil de control de visionado de pantalla (screentime tracker): ¡Conózcase a sí mismo! De la misma manera que muchos de nosotros hacemos seguimiento de nuestras calorías o ritmo cardíaco, y si su propio teléfono móvil no lo trae, estas aplicaciones le indicarán cuánto tiempo invierte en qué y el tiempo de pantalla. Para conocer cinco de las mejores apps (gratuitas) refiérase a este artículo en Byzness.
- Eliminar el/los perfiles de sus redes sociales: Una medida extrema que también funcioa. También se pueden desactivar los perfiles temporalmente.
Todas estas acciones serán detectadas por los algoritmos ‘inteligentes’ de sus redes sociales digitales preferidas, incluso porque algunas de estas medidas se pueden emplear en los navegadores de internet. Si usted no lo sabe, dése cuenta que es usted quien enseña a esos algoritmos a ofrecerle lo que busca; ahora, imagine que 200 mil personas leen este artículo — eso espero — y decidan llevar a cabo todas o algunas de estas medidas.
Asimismo, ya no somos ‘consumidores’ sino prosumidores (8). Los seres humanos creamos todo ese contenido y ahora toca la gran lección de aprender a gestionarlo.
Los mercados, de los cuales los prosumidores somos parte esencial, se logran regular cuando se les obliga al cambio de estrategia a través de ser conscientes de nuestras responsabilidades, que es otra forma de boicot controlado. Los prosumidores ya no se sientan a esperar que los políticos le resuelvan todo: esa es otra de las ideologías que se han quedado añejas en este siglo XXI.
Sociodigitalidad y Cibersocialidad
La idea presentada en ‘El Dilema Social’ de Netflix es que las empresas tecnológicas nos están manipulando o por lo menos lo intentan. Hay una escena en la que tres hombres blancos — representando a los programas de Inteligencia Artificial — están de pie en un cuarto oscuro, constantemente conspirando desde sus pantallas de control para extraer la atención del joven Ben (Skyler Gisondo) y así monetizar todo lo posible. En varias escenas, observamos al gemelo digital (9) de Ben y cómo al girarse de un lado a otro navega por e interactúa con diferentes pantallas.
Uno no puede estar de acuerdo con el docudrama y su mensaje único, revestido de sentimentalismo de corazón sangrante, de que las empresas tecnológicas dedicadas a la sociodigitalidad (10) y cibersocialidad (11) son malignas o que en todo momento desean controlarnos. Hacer cualquier cosa en exceso se convierte en una adicción pero nuestra reacción no puede ser prohibir y punto.
La evidencia y la experiencia en campo indican que las personas que crean, comercializan y ganan dinero con las redes sociales digitales no “ están tratando de arruinar a la Humanidad para poder comprarse otro Ferrari.” Eso iría contra su propio negocio.
El fenómeno de la cibersocialidad o sociodigitalidad ha llegado para quedarse, y que como sus ancestros, ya está transformando informáticamente a la Humanidad aunque en distintos grados según la geografía. Estas empresas hacen dinero con sus anunciantes, quienes quieren vender sus productos o servicios a nosotros, los prosumidores; también es cierto que, dependiendo del lugar, la minería de datos de usuarios se emplee para fines lícitos (12) y ha habido casos en que no lo ha sido.
Atrás en el tiempo, a principios de los años 90, se pensaba que la Red era una tecnología sin más para almacenar e interrelacionar información en formato electrónico. Los grandes pioneros como Tim Berners-Lee y Ted Nelson asumieron que ésta era o tenía el potencial de ser un gran archivo o una memoria expandida de todo el conocimiento humano. El salto cuántico sucedió en 2004, cuando el potencial de Internet se volcó hacia las relaciones humanas.
El advenimiento de las redes sociodigitales y la participación en red trajeron consigo al prosumidor, cumpliéndose el pronóstico de Toffler. El cambio, en la economía y en las telecomunicaciones fue brutal. Puede encontrar una cronología de estos acontecimientos en este artículo propio sobre El Nacimiento de Internet. En futuros artículos en La Revolución Espectral, exploraremos más en profundidad esta cuestión específica: los gemelos digitales, sociodigitalidad y cibersocialidad.
Sobre el docudrama ‘El Dilema Social’ de Netflix, este autor recomienda que, si no lo ha visto, que lo haga. Luego, usted, estimado lector, juzgará por sí mismo. Al principio aparecerá un poderoso aforismo de Sófocles en Antígona: “ Nada extraordinario llega a la vida de los mortales separado de la desgracia “. En ello, sí estamos de acuerdo.
- Ver el texto (sólo en inglés) en este enlace: https://about.fb.com/wp-content/uploads/2020/10/What-The-Social-Dilemma-Gets-Wrong.pdf
- Ver la sección “Films” en http://jeffseibert.com/
- Para saber más sobre el Growth Hacking, recomendamos este artículo: https://www.cyberclick.es/que-es/growth-hacking
- Entiéndase ‘memética’ como una medida de transferencia información cultural (ideas, ideologías) análoga a la ‘genética’.
- Recomendamos este excelente artículo científico publicado por facultativos de la Universidad de Murcia en Anales de Psicología: http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-97282016000300017
- Este autor reitera que el uso de ‘ordenador’ es incorrecto y que debe generalizarse el uso de ‘computador’ o ‘computadora’, siendo un sustantivo mucho más apropiado.
- Las ‘cookies’ son archivos de datos que almacenan información sobre la actividad y el comportamiento de los usuarios en los sitios web.
- ‘Prosumidor’ es un término compuesto entre ‘productor’ y ‘consumidor’ acuñado por Alvin Toffler en libro ‘La Tercera Ola’ (1980).
- El ‘Gemelo Digital’ es un concepto protagonista de la Industria 4.0. Defínase como la representación virtual de un producto o proceso de producción para el análisis de su diseño, prueba de potenciales cambios y deteccción de errores antes de llevarlo a la vida real. En el caso que nos toca, el Gemelo Digital se diseña a partir del Gemelo Real.
- Solamente se sabe que el término fue acuñado en una universidad en Finlandia.
- Término acuñado por el antropólogo estadounidense Tom Boellstorff en la Universidad de California en Irvine (2011).
- Sobre la campaña política del Presidente Trumpen 2016, Facebook y la consultora Cambridge Analytica, es uno de esos casos esenciales para aprender la potencialidad de la minería de datos.
Originally published at https://blogs.laopiniondemurcia.es on October 7, 2020.