China y COVID19: Las Cinco Preguntas
¿Cuán extensa fue la participación del gobierno central chino en la ocultación de datos tras saberse claramente que en Wuhan el virus se transmitía de persona a persona?
Todavía no lo sabemos.
Si la epidemia fue detectada primeramente por la empresa canadiense BlueDot, ¿qué sucedía en Wuhan que conllevó a la emergencia inicial del SARS-CoV-2?
Lo único que sabemos es que se nos puso una infantil función de títeres en las pantallas de televisión viendo cómo — se supone — se construían hospitales en Wuhan en menos de 10 días y que en su parcialidad informativa, Radio Televisión Española calificaba de “milagro”.
¿Por qué el 23 de enero se suspendió el tráfico aéreo de Hubei al resto de China pero no al resto del mundo?
Todavía no lo sabemos.
¿Qué ha sucedido con prominentes ciudadanos chinos que han sido duramente críticos con la gestión de la epidemia de COVID19?
Es el caso de Ren Zhinqiang, un multimillonario del sector inmobiliario, uno de los más exitosos bloggers y un influyente político en Beijing, que lidera una facción heterodoxa en el Partido Comunista de China.
Cuando no hay medios para representar a la gente e informar sobre la situación real, solo nos quedan personas que pierden la vida por el virus y el daño colectivo del sistema político gravemente enfermo como resultado
Zhinqiang Ren
Realmente, ¿cuántas víctimas se ha cobrado la epidemia de COVID19 en territorio chino?
La celeridad con la que la tecnológica Alibaba creó una aplicación móvil para controlar los focos de infección y el movimiento de personas no podría haber sido suficiente.
El 23 de marzo, Bloomberg ofrecía la noticia de que más de 20 millones de líneas de telefonía móvil se habían ‘esfumado’ de China. El problema es que cuando estamos frente a un régimen autocrático, sin una oposición política que le vigile, es inevitable hacerse preguntas incómodas. Planteamos tres alternativas:
- Que el gobierno central pudo haber castigado así a un número de ciudadanos que habrían diseminado información no autorizada, fuera de las zonas de infección, y más importante, fuera de las fronteras de China.
- Que grandes empresas de telefonía móvil recibieran millones de peticiones de baja de líneas extra.
- Que — esto sería de absoluto espanto — en realidad si habría una cantidad insoportable de fallecidos, representando un máximo peligro para la preservación del Partido Comunista Chino en el poder.
Arriba se puede leer una entrada pública en mi propio muro de Facebook, en el que compartí la noticia proporcionada por un acreditado medio taiwanés, aludiendo a un ‘accidente’ digital en el que la pantalla de la aplicación en la plataforma Tencent mostraba un número muy superior de fallecidos.
Y Occidente, “Erre que Erre”
Hay razones para pensar, incluso ya la mayoría rozando necesariamente las teorías de conspiración, que en las decrépitas democracias occidentales, salvo muy pocos países, no se ha cuestionado nada sobre la responsabilidad del gobierno chino en relación con la pandemia. Está claro que sucedió en el laboratorio nivel 4, llamado Instituto de Virología de China, en la ciudad de Wuhan (con varios años encima teniendo serios problemas con los protocolos de seguridad) y que el famoso mercadillo queda a sólo unas calles de distancia.
También sabemos, pese a que en las grandes cadenas españolas de televisión no se ha dicho ni pío al respecto, que a importantes empresas estadounidenses en China se les prohibió exportar sus productos a la vista de la pandemia. Al mismo tiempo, Beijing estaba tratando de acaparar el mercado mundial de equipo de protección sanitaria. El consejero legal de la Casa Blanca está considerando acciones legales contra el gobierno chino en este sentido.
Otra razón por la que no avanzamos, es que la mayoría de personas en Occidente sigue sufriendo el Síndrome Trumpiano de Trastorno Mental. Tres años y medio después de ganar las elecciones, los ciudadanos de países occidentales ignoran cualquier vía de acción conjunta, de los intereses comunes, sólo porque Donald Trump se sienta la Oficina Oval. Es evidente que no lo pueden ni lo quieren superar.
¿Cuántas lenguas y voluntades ha comprado hasta la fecha el dinero de círculos corruptos del Partido Comunista Chino? Puede que lo estemos notando en España, habiendo recibido dos veces material defectuoso, mientras que países como Estados Unidos o el Reino Unido habían realizado sus pedidos a Taiwán, Singapore y Viet Nam, sin quejas hasta el momento.
¿Se puede ser más ridículo o irresponsable que Dario Nardella, Alcalde de Florencia (Italia), con su estrategia de “Abraza a un Chino” o de Nancy Pelosi, Presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, relamiéndose en el Chinatown de San Francisco, aludiendo ambos a un supuesto racismo en mitad de una pandemia?
“Somos olas en el mismo mar, hojas del mismo árbol, flores del mismo jardín”, es una frase del filósofo Séneca impresa en las cajas del cargamento de ayuda que el gobierno chino envió a Italia, junto con un equipo de médicos — quizá olvidaran que Séneca no había nacido en lo que hoy llamamos Italia, sino en España. Muchos políticos y todavía más ciudadanos encerrados en sus casas por la delictiva negligencia de sus gobernantes, suspiraron ante tan alta poesía. Sus corazones se derritieron.
La realidad es una muy distinta, y los culpables tendrán que pagar ante la justicia. “Esto es ridículo” lee la pancarta en la foto atribuida de arriba; es correcto, y lo será más si todo queda en aplausos y caceroladas en los balcones.
Originally published at https://blogs.laopiniondemurcia.es on April 11, 2020.