China: Consciencia, Ciencia, Superpotencia
*Visite estos enlaces a mis artículos sobre China y la fundación de su República Popular, en geopolítica y su relación con los Estados Unidos o sobre la vinculación de actuaciones de gobierno con la pandemia del COVID19.
Podemos afirmar que la entrada oficial de la China prácticamente post-maoísta o neo-maoísta en la escena mundial puede situarse indudablemente en el año 2008, durante la inauguración de los Juegos Olímpicos en Beijing (no se debe decir ‘Pekín’). Aquel fue un fastuoso acontecimiento para el cual hasta tuvieron que modificar el clima, ya que nada debía entorpecer los planes.
A día de hoy, ningún país anfitrión ha podido superar la magnificencia de aquel espectáculo. La República Popular disfrutaba de un arrollador crecimiento económico, especialmente en sus ciudades más orientales y sureñas, y eso fue lo que quiso desplegar, además de sus 4.000 años de historia y filosofía.
¿Qué fuerzas habían provocado el surgimiento tan acelerado de semejante superpotencia llegando a rivalizar con Estados Unidos de América? La primera de éstas sería la toma de consciencia.
La Toma de Consciencia (良心)
Usted, estimable lector, habrá advertido que he usado el término ‘consciencia’, específicamente con la letra s; sin esa letra, significa otra cosa diferente. El territorio que hoy llamamos China ha vivido siempre entre imperios e invasiones, durante toda su historia. Nunca ha tenido períodos de prosperidad como los entendemos en Occidente. Eso ha sucedido hasta hace unos pocos años.
China no se dedicó a quejarse por su pobreza material. En enero de 1914, un grupo de estudiantes chinos becados formaron la Science Society of China (1) en la Universidad de Cornell en Ithaca, New York. En este sentido, también debe tomarse en cuenta la transformación del idioma (Mandarín, de la etnia Han) para poder acomodar los nuevos conceptos científicos y tecnológicos.
En 1925, el filósofo e historiador chino Feng Youlan, habiéndose doctorado en Columbia University (EE.UU.), regresó a China para ser profesor en varias universidades. Tres años antes escribió su memorable y provocador ensayo “Why China Has No Science”(2); en éste, simplemente llegó a argumentar que debido a las riquísimas tradiciones filosóficas de su país y su comprensión única de la relación del ser humano con la naturaleza, no había habido necesidad del emprendimiento científico. Con ésto demostró que había llegado la hora de evolucionar en China.
En 1949, los comunistas liderados por Mao Zedong, aplastaron a los nacionalistas del Kuomintang en una cruenta guerra civil. Culminaba el proceso de cohesión iniciado tras la derrota de Japón en 1945. El nuevo régimen de Mao continuó los esfuerzos para desarrollar científicamente a China. Los científicos que regresaron, habiéndose educado en Occidente, se convirtieron en líderes de sus campos: Agronomía, Genética, Biología, Química, principalmente.
Durante el período de 1930 a 1950, del ‘Octubre Negro’ hasta pasada la Segunda Guerra Mundial, China se dio cuenta que había extendido ya sus alas, y aunque de manera diferente, podía empezar a volar. Tiempo al tiempo, entre 1978 y 2018, hasta 6 millones de estudiantes chinos fueron a estudiar al extranjero. El gobierno chino siempre ha sido consciente de esta fortaleza, y por ello, sus grandes inversiones — también privadas — en los últimos años había captado y sigue captando a su talento nacional.
La Llegada de la Ciencia (科学)
“Lo que distingue a Sun Tzu de los pensadores occidentales sobre la estrategia es el énfasis en los elementos psicológicos y políticos por encima de los puramente militares.”
Henry Kissinger, On China
Durante la ceremonia de los Juegos Olímpicos ya mencionados, el gobierno chino no escatimó en mostrar al mundo, sus cuatro más famosos inventos: la pólvora, el papel, los compases y la imprenta móvil. La intención era mostrar al resto de mortales que la tecnología china había cambiado al mundo, incluso argumentando que sin los compases, Colón no habría podido cruzar el Atlántico. Quisieron mostrar que habían podido lograrlo sin Occidente.
Lo que había enriquecido a Occidente fueron la ciencia y la tecnología, principalmente. Japón también fue uno de los destinos al cual miles de estudiantes chinos se desplazaron para estudiar. Por ejemplo, en 1863, los matemáticos chinos Xu y Hua construyeron el primer barco de vapor usando ilustraciones de una revista como guía.
El establecimiento de una oficina de traducción introdujo numerosos trabajos científicos en China. Uno de los más influyentes personajes del desarrollo científico chino en el siglo XIX, fue un estadounidense, William Alexander Parsons Martin (1827–1916), ministro de la Iglesia Presbiteriana y misionero. La introducción de la ciencia a través de traducciones y libros del Reverendo Martin, incluso llegando a ser Presidente de la Universidad Imperial de Pekín, abrieron las puertas para la vasta población de un país empobrecido.
El pueblo chino no estaba interesado en la salvación cristiana que proporcionaban los misioneros, y se dedicaron a la importancia de la ciencia como la base del poder. Asimismo, otra de las grandes aportaciones del Reverendo Martin, fue traducir textos occidentales (3) y enseñar Derecho Internacional en China, llegando a ser también consejero del Emperador.
El biólogo británico Joseph Needham también entraría en la historia reciente de China cuando publicó sus experiencias en una serie de libros monumentales llamada “Ciencia y Civilización en China”, donde se menciona además lo ya escrito sobre los cuatro grandes inventos antiguos, tanto dentro del país, como a todo el mundo. Esta obra no es ninguna cuestión pasajera, ya que pocos chinos pudieron combatir la historiografía eurocéntrica como lo hizo él, convirtiéndose en una obra mastodóntica de al menos 7 volúmenes. Los británicos se destacaron en esta época ya que, tras la segunda guerra sino-japonesa, China pidió la yuda de los británicos.
Años después, el Partido Comunista Chino se dio a la re-estructuración de las universidades e institutos de investigación para eliminar la misma influencia occidental que había rescatado y enriquecido su cultura. Había llegado la hora de modelarlo todo según los designios de us nuevo ‘amigo’, la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas. Entonces, fueron los científicos y tecnólogos soviéticos quienes ayudaron a la extracción de recursos y otras aplicaciones prácticas.
En el pasado siglo XX, cuando los mayores desafíos de China eran alimentar y mejorar el nivel de vida de una vasta y creciente, la ideología marxista priorizó lo pragmático y aplicable sobre lo investigativo y teórico. Las nefastas consecuencias de esas decisiones tendrían un coste demasiado elevado sobre la población. La ingeniería aplicada posteriormente a la construcción de represas hidroeléctricas fallidas para construir el socialismo mediante la brutalización del medio ambiente y la desaparición de poblaciones enteras es una prueba más.
La Nueva Superpotencia (全球超级大国)
“Los filósofos chinos desarrollaron un pensamiento estratégico que premiaba la victoria mediante la ventaja psicológica y predicando evitar el conflicto directo.”
Henry Kissinger, On China
Hacia 1964, los científicos chinos que se habían educado se habían entrenado en Occidente, convirtieron a China China en una potencia nuclear. Sólo dos años después la Gran Revolución Cultural Proletaria había cerrado la Academia China de las Ciencias y todas las universidades. La educación en el extranjero se convirtió, además de una necesidad, en una forma de espionaje. Aquellos científicos que le habían dado renombre a su país, fueron el blanco de ataque de los Guardias Rojos y milicias maoístas fanáticas que combatían la desigualdad y el elitismo. Las credenciales del Partido Comunista eran más importantes que la especialización científica.
Conociendo un poco el carácter colectivo de la civilización sínica, uno puede creer en el patriotismo de la siguiente generación de científicos, trabajando con grandes carencias y en un país nuevamente empobrecido por la ya mencionada revolución cultural. Hacia los 60s y 70s, el gobierno chino tuvo que volcarse en áreas como la agricultura y la medicina en las que consiguió grandes avances. No obstante, es innegable que los períodos de mayor crecimiento fueron aquellos en los que China creció combinando la influencia extranjera y su ya mítica capacidad de adaptación.
En 1970, China lanzó sus primeros satélites. Dos años después, Estados Unidos y China restablecieron relaciones diplomáticas. La propaganda maoísta evitó que los científicos de la delegación estadounidense dieran cuenta del estado en el que trabajaban sus homólogos debido a la represión política. Ésta fue una de las grandes diferencias en relación con los soviéticos de la época.
Al paso de las décadas, la República Popular China ha dejado mucho de su carácter orwelliano y se ha adaptado al carácter más huxleyiano — hasta hedonista — pues su economía se parece externamente a la de un país capitalista. Aldous Huxley acertó con Occidente. George Orwell acertó con Oriente.
No todo lo que hizo Mao fue un desacierto. Desde el punto de vista cultural, el llamado enfoque top-down (de arriba a abajo) creó una infraestructura educativa e institucional centralizada para la ciencia, aunque creciera tan poco, pero a lo largo de los años ha facilitado la dirección estratégica en pos de la inversión. Ésta es la razón por la cual la cúpula del Partido Comunista Chino hoy en día está compuesto de tecnócratas, en un 80% por científicos e ingenieros.
Durante los últimos 150 años, en la cultura china ha echado raíces el corolario de que la ciencia y la tecnología pueden mejorar su nación. Uno puede observar en los carteles vintage de aquella época, excepto cualquier asomo de algo extranjero. Todas las relaciones que China ha entablado a lo largo de su historia, ya sea en tiempos de abundancia o carencia, han sido para sí tributarias; el extranjero debe asentir hacia su carácter imperialista, la de una civilización de 4 mil años de existencia.
A esta fecha, el Colegio de Intérpretes es la élite de la Universidad de Beijing y la Universidad de Tsinghua, es el equivalente chino del Massachusetts Institute of Technology (M.I.T.) o del Max Planck Institut. Uno no puede más que asombrarse — especialmente si se es fan de la ciencia ficción — al observar que es lo más vendido en las librerías. O asistir a un salón de clases lleno de adolescentes, en actitud de disciplina y con una acendrada entrega a los estudios.
No hay duda de que, desde su propia consciencia y su particular visión de la ciencia, China avanza rápidamente con una firme convicción en su condición de superpotencia científica, tecnológica, financiera, geopolítica y también militar.
Notas
- La Sociedad China de Ciencias. Su periódico llegó a emular al de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, y se mantuvo operativa hasta 1960. Su aportación fue inmensa.
- The International Journal of Ethics. Abril de 1922. https://archive.org/details/jstor-2377487
- El más importante fue Elements of International Law de Henry Wheaton (1863). Obtener en español en: https://books.google.es/books/about/Elementos_del_derecho_internacional.html?id=DFcrAAAAYAAJ&redir_esc=y
Originally published at https://blogs.laopiniondemurcia.es on June 8, 2020.